domingo, 29 de septiembre de 2013

Origen del adjetivo forense



FORENSE VIENE DE FORO, 
DONDE SE CELEBRABAN LOS JUICIOS 
EN LAS CIUDADES DEL IMPERIO ROMANO 


Cada vez que escuchamos el término forense nuestro cerebro lo vincula automáticamente a los médicos forenses, los que hacen las autopsias a los cadáveres para determinar qué, cómo, cuándo y por qué la vida les abandonó. De esa forma, el adjetivo forense ha pasado a convertirse en un sustantivo específico. 

Pero el adjetivo forense no es patrimonio exclusivo de estos médicos especializados. Para decir verdad, el término forense pertenece a todos los que participan en un juicio. ¿Por qué? Pues porque forense procede etimológicamente, en su raíz, de la palabra foro o forum, en latín. 

El foro era el lugar donde, en cada ciudad o pueblo romano, se establecía el mercado. El foro estaba situado en la confluencia del cardo con el decumano y constituía el centro de la ciudad y de la vida pública romana. Recuerden que las ciudades eran muchísimo más pequeñas y no eran como las que tenemos hoy en día. Allí los pretores, que era como se llamaba a los jueces en la Roma antigua, celebraban los juicios. Frente a ellos comparecían las partes y el pretor, el juez, emitía sentencia. 

La toga romana, llamada toga praetexta, nada tiene que ver con la nuestra. Aquella era blanca y la nuestra es negra. Pero las dos son togas forenses. Existe, por lo tanto, la toga forense del juez, la toga forense del fiscal, del abogado, del secretario judicial y del procurador. Son las togas que se utilizan en el foro. En la antigüedad también recibían otro nombre: garnachas, pero eso es otra historia. 

A todos los efectos la sala de vistas, el lugar donde se desarrollan hoy los juicios de cualquiera de las especialidades- ya sea civil, penal, contencioso-administrativo, social o militar- es el foro, entendido en el mismo sentido que lo hacían los romanos más de veinte siglos atrás. 

El adjetivo forense tiene, además, otras aplicaciones. Porque se utiliza también cuando se trata de descubrir el tiempo que lleva una persona muerta a través del desarrollo de los insectos que devoran el cadáver, lo que se denomina entomología forense, o cuando se trata de descubrir la identidad de un ser humano partiendo de los huesos, lo que se llama antropología forense. Si se utilizan las últimas técnicas del ADN, ya saben, la huella genética, la especialidad recibe el nombre de genética forense. 

¿Y qué se puede decir de la balística forense? En la televisión, gracias a series como CSI, hemos podido ver cómo un criminalista, un policía científico, puede vincular una bala a un arma a través de las marcas dejadas por el roce del cañón en el cartucho de la bala o puede reconstruir la trayectoria de un proyectil que terminó en el cuerpo de alguien, quitándole la vida. 

Y existen otras especialidades, como la acústica forense, la psicología forense, la informática forense. Todas tienen un punto en común: el desarrollo de sistemas científicos para probar ante los tribunales el hecho investigado en cada campo. 

Para descubrir la verdad, en suma, en su lugar natural: el foro.